El árbol

El árbol

Marcela Gil Nájera:

Me trajeron de Santiago del Estero para un motivo muy especial. Me parece que va a ser muy emocionante. Me parece que llegó el día, porque veo mucha gente alrededor mio, la mayoría de ellos con lágrimas en los ojos, ¿por qué será...?

Estoy escuchando hablar a una señora que nombra el CEBAS, me parece que es una escuela. Llegó el momento de plantarme ¡qué lindo!, que lindas las palabras que están diciendo. Me gustó esta, te la voy a contar, me pareció muy linda:


“Para mi llegar a la plantada del árbol me llena de orgullo, cuando empecé la escuela pensaba cuando llegará esa famosa “plantada”, ahora me da felicidad poder hacerlo, pero también me da un poco de tristeza porque se cierra un largo camino que de a poco fue tomando fuerzas para llevarlo adelante.


Se que después de esto solamente quedan unos meses para terminar esta feliz etapa, y ahí es donde mi corazón se entristece. Porque por más de que hubieron días en los que no tuve ganas de venir a la escuela por varios motivos personales: cansancio, etc. llegaba al aula y me olvidaba de todo. Gracias a mis compañeros, amigos, que me hacían olvidar por un rato de los problemas.


Esos famosos mates amargos, dulces, fríos, calientes, ¡qué ricos! ¡cómo los voy a extrañar! Solamente decirles que todos ocupan un lugar en mi corazón. Gracias por haber pasado estos tres años inolvidables.”


Marcela Gil Nájera

Qué lindo fue ser testigo de todo este sentimiento, espero que haya muchos árboles más en este jardín para que sigan siendo testigo de esta felicidad, de estas palabras que quedarán siempre en mi.



Liliana Barrientos:

Todo comenzó hace aproximadamente tres años pensando en mi nacimiento, y aunque ya hay varios, esta es mi primera experiencia. Viajé varios km sin saber mi destino porque no quería preguntar dónde terminaría, pero va llegando el momento y es muy ansiosa la espera. Ninguno de ellos se imagina mi llegada porque pasó un año desde la última vez. Que fue en julio, creo ¡y ya estamos en agosto! Dicen que tienen que ser meses sin “R” para que tenga más fuerza. Pero para mi no tiene nada que ver, ya que siento el calor de esas manos que me abrazarán y me llenarán de ternura. Espero que después no me olviden, que sigan viniendo a ver mi crecimiento. Dicen que todos vuelven, que se forma una familia y creo que es cierto. Siento la presencia de todos ellos, porque uno de ellos me trajo, y escucho sus charlas y dice que es un lugar especial, donde se recibe mucho afecto y te enseñan a compartir, donde descubren cosas que nunca pensaron que podían llegar a hacer, que a pesar de los años, todos tienen una ilusión, que es cumplir con una meta. Gracias a las personas que integran esta gran familia que es el CEBAS: pueden lograrlo.



Iris Gomez:

Vengo viajando desde Santiago del Estero.
No se a donde voy
Porque soy muy chiquitito
Y nadie a mi me cuenta

De qué se trata ¡al fin llegué!

Y me encontré que había mucha

Gente que me estaba esperando.

Una señora se acerca con su compañera

Y las escuché hablar

Decían cosas muy lindas

Entre risas y llantos

Que no podían olvidar todo lo compartido

en estos tres años.

Cumpleaños, locros, peñas y fiestas de recibida.

Te acordás amiga cuando llegamos por primera vez

Estuvimos sentadas debajo de algún árbol,

Que hoy será el nuevo compañero

De nuestro chiquitín.

Ahí comprendí, con el amor que toda esta gente
me esperaba, ya había encontrado mis raíces,
el nuevo hogar donde voy a crecer
rodeada de amigos, viejos y los nuevos por venir.

Gracias CEBAS por el lugar que me diste.



Alicia Oliva:

De Santiago del Estero me llevaron hacia la ciudad de La Plata, en una casa en donde me dejaron en un rincón del patio. No sabía bien cuál era mi función en esa casa, porque no me plantaron, solo me dejaron allí.

Un día de mucho sol vino el señor que me había traído de Santiago y me llevó a un hospital en el que funcionaba una escuela secundaria de adultos. Ahí sí que cada vez entendía menos, porque en ese lugar había muchos árboles, no me necesitaban a mi para dar sombra. Entonces me animé a preguntar a otro árbol del lugar, y me contó algo de lo que iba a suceder conmigo ese día tan esperado por un grupo de alumnos que con mucho sacrificio estaban por llegar a la meta esperada, para satisfacción propia o para demostrar que todo se puede si se quiere, que nada es imposible si te lo propones. Me pareció muy linda la historia que me estaba contando el árbol amigo, pero yo quería vivir mi propia historia y sentir mis propias emociones.


Cuando ellos me contaban lo vivido en años anteriores, yo me imaginaba como iba a ser ese momento. Llegaron de a poco los alumnos. Los veía a todos muy nerviosos, se reían, charlaban, iban y venían murmurando. Yo quería escuchar, pero nada. En ese momento se me acercó un grupo de alumnos, eran tres mujeres y un hombre que hablaban de todos los momentos buenos y malos que habían vivido en estos tres años.

Desde ese momento comencé a descubrir lo vivido por los otros árboles, mis futuros amigos.
Se fue ese grupo y vino otro, que contaron otras cosas, se fueron, llegaron otros. Comencé a ponerme nervioso, quería que ese momento llegara. Como a las 12 del mediodía comenzaron a hacer un pozo en el lugar elegido. Yo observaba las caras de todos, algunos llorando sin decir nada, otros serios y nerviosos. Llegó mi momento. Qué lindo, podía contar mi propia historia.

Omar Videla y Lucía Okasaki:

Esta es mi historia: soy muy pequeño, tengo un largo camino por recorrer y una misión que cumplir. Me prepararon para un viaje largo con mis tres hermano. Ellos no tienen destino, a mi me están preparando para ir a un lugar donde me esperan muchas personas con gran alegría. Hoy es el día. Después de haber nacido en un lugar muy lejos, en estos momentos empiezo un nuevo ciclo de mi vida. Me contaron que al lugar donde voy está lleno de vidas, historias, recuerdos donde la gente va a realizar un sueño pendiente, a proyectar un futuro y que aparentemente voy a ser parte de ellos con mi presencia, simbolizando el paso de los que se van a cumplir su sueño y el mío recién empieza. Espero poder compartir el comienzo de otros sueños que vendrán y con el pasar del tiempo permanecer en el corazón de todos ellos.


Cristina Bozán:

Llegó alguien y me miró, luego dijo: “Puede ser este. Sí este”. Me tomó entre sus manos y yo me sentí especial, grande, poderoso. Viaje mucho rato, desde un lugar tan lejano donde tengo muchos hermanos, que cada vez son menos porque el hombre todo lo destruye y lo convierte en dinero.

Espero mi vida sea diferente, estoy seguro que mi destino va a ser diferente.

Escucho a mi alrededor la gente que habla y dice “sí un algarrobo es un árbol muy lindo” y se ponen de acuerdo en que YO soy el elegido. Son gente grande que conversa y se ríen, hablan de un locro, del esfuerzo, de que el momento se está acercando pero la verdad es que no los entiendo. Pero se ven tan felices, se les nota en la cara de emoción. Eligen y hablan del lugar donde me van a poner. Espero estar acompañado, porque he dejado atrás en ese lugar tan lejano a mi familia.

Ah! Ahora sí me entero. Están festejando que terminan el secundario... ah, mirá vos... es cierto que nunca es tarde para estudiar si se tienen ganas y ellos se ven con muchas ganas.

Llegó el día y el sol está a pleno, todos me rodean y yo me siento imponente. Es una fiesta y creo que este es el lugar donde me van a plantar. Todos están felices, se ríen, lloran, aplauden y hasta a mi que soy de madera se me escapa una lágrima. Esto debe ser un sentimiento que jamás habría experimentado.

Algunos comentan que nos vamos a seguir viendo porque como queda cerca de sus casas, van a pasar para verme crecer y regarme de vez en cuando. Yo los veo marcharse con un gran alboroto y muchas risas, y yo me digo que vuelvan pronto. Me gusta estar rodeado de ellos, son mi nueva familia.

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