Sobre el proyecto CEBAS y sus posibilidades de cambio

El Proyecto CEBAS es una conjunción conceptual de los campos social, biológico, del pensamiento abstracto y diversas prácticas de extensión. Se constituye como una verdadera interrelación de disciplina, ciencia y epistemes sin cátedra, que tiene por objetivo la educación de adultos y su formación como ciudadanos comprometidos, mucho más allá de las posibles competencias profesionales adquiridas.

El proyecto CEBAS nace como una concepción ideológica general de nuestro compañero Floreal Ferrara, para dignificar al entonces mayoritario grupo de auxiliares de enfermería: los llamados enfermeros empíricos. El plan permitía que los trabajadores de la salud cursaran su bachillerato y continuaran su capacitación en la carrera de enfermería profesional, posibilitándoles alcanzar una capacitación mayor, sin límites preestablecidos. Lo novedoso era que parte de esta formación se hiciera en su horario de trabajo: el objetivo era ganar tiempo y calidad profesional para calificar a un sistema de salud obsoleto y desbordado, en experiencias modernas.*

El Proyecto surge en tiempos del desguase material del patrimonio nacional –en el año ’90- con la consiguiente afloración de patologías culturales como el desprecio por la cosa pública –en particular la educación-, la inocuidad ante justos reclamos, el individualismo, la abulia participativa, la pérdida de la autoestima personal, el rechazo al esfuerzo inteligente. O sea el aparataje ideológico perverso del llamado Consenso de Washington, colofón del daño perpetrado por la dictadura del ’76.

A contrapelo de tan perniciosa inoculación, el CEBAS –que sumó más y más alumnos de la comunidad poco después- desarrolló la construcción colectiva del conocimiento, la aceptación a no representar ‘verdades educativas reveladas’ y prácticas pedagógicas omniscientes, la apreciación del conocimiento popular, la búsqueda de la plasticidad docente ante una diversidad individual a menudo conflictiva. El CEBAS, durante muchos años, no fue una isla*, sino un verdadero campo de brega con trabajo social en expansión, donde los sectores más castigados por el neoliberalismo vernáculo, hallaron espacio para experimentar y recrear una educación solidaria, humana, en épocas de crudo capitalismo. Fue el CEBAS a la comunidad, salió de su limitante estructura edilicia, llegando tanto al barrio peleado con el urbanismo como al asentamiento surgido de la noche a la mañana. Entró en esas comunidades humanas negadas como tales –negados como alumnos por la burocracia- y se abrió como real escuela pública que es, para hacerle recobrar a tanto desposeído la idea que él también era parte y, por lo tanto, merecía.

El Proyecto CEBAS creó así un espacio social nuevo –extracurricular, claro- con docentes caminantes de asentamientos y partícipes de asambleas populares, cuando hoy tantos se asustan de sus alumnos y se refugian en sus aulas. Centro también de cuanta expresión cultural asociativa se presentara, para que la comunidad crezca, fortalecida. La realización permanente de talleres sobre adicciones, violencia familiar, manipulación de alimentos, primeros auxilios, cursos de vocación profesional o viajes de estudio a museos, exposiciones de arte, teatros. En el espacio social creado conviven como alumnos abuelos, padres y nietos de una misma familia, porque los mayores les transmitieron la calidad de la escuela; madres que están en clase con sus bebés y niños; festejos de cumpleaños a docentes y alumnos: una variante de la familia. En definitiva, un ámbito rico de convivencia humana que no pierde de vista la calidad educativa, y puede congratularse que varios de sus actuales docentes, hayan sido alumnos de la misma escuela. Desde sus comienzos, y por felicísimo acierto de su dirección, no se lo ha visto al alumno como ‘un sujeto a explicarle la vida’ sino como a un compañero al que tratar con respeto. No hay en el CEBAS una sola puerta que restrinja el paso de sus alumnos, aún la misma Dirección es un lugar para todos, ausentes los privilegios y sitios vedados.

Paradójicamente, en estos tiempos de recreación democrática, de revalorización de la ciencia y de la técnica nacionales, resulta, por lo menos, llamativo, que se deseche este cúmulo de experiencia educativa con genuino aprecio social, sin siquiera inquirir por el resultado de tantos años de trabajo. Cuando desde el ministerio nacional se proponen más y mejores formas –estrategias alternativas, formatos flexibles, adecuación curricular- y técnicas –las computadoras para todos- para ampliar y profundizar la educación: nueva estrategia para afrontar un mundo complejo, se trata de desarticular el Proyecto CEBAS, sin más. Es que, la peor patología que perpetró el neoliberalismo y su putativa divinidad el ‘mercado’, ha sido la de estampar en muchas mentes el mandato que todo debe ser mezquino, sospechado, prejuiciado, justipreciado en baja.

Hoy el proyecto CEBAS atiende a una amplia franja de población que excede con mucho al de la matrícula de sus alumnos. Desarticulado el CEBAS quedaría un espacio vacante de orfandad social que no cubrirá ninguna otra institución -todavía hoy no capacitada- para atender las nuevas patologías sociales producidas por la marginación neoliberal. En la escuela se ha encontrado una fórmula, no escrita y a la que todos aportan un poco, de abordar con éxito la expulsión social, volviéndola en una posibilidad de integración participativa y democrática para una sociedad que tanto necesita de ejemplos llanos de convivencia.

Es el CEBAS un laboratorio latente, pasible de ser atendido como observatorio sociológico, utilísimo para analizar nuevos emergentes sociales. Esto, por supuesto, con una visión amplia de la educación popular.

Esto es lo que hemos construido después de tantos años…Tarea por la que sentimos cierto orgullo, a la vez que la tranquilidad de conciencia que da el involucrarse…

De ninguna manera sentimos rechazo por las nuevas formas de la modificación curricular, siendo que el Proyecto CEBAS es en si mismo una completa y profunda transformación con mas de veinte años de aplicación, digno de ser contemplado, difundido e imitado en un pie de igualdad, con los demás bienvenidos cambios.

Con más de dos décadas de experiencia del Proyecto CEBAS, podría decirse que a los funcionarios que dicen representarlo, se les ha escapado su sentido, una y otra vez.

Marcelo Molina
Profesor de Ciencias Sociales
CEBAS Nº1

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