Una experiencia colectiva en el aula


El grupo de primero A venía trabajando “cartografías”, analizando que un mapa no solo habla de las características del suelo sino que representa también las relaciones entre las personas que lo habitan, la manera en la que esas personas se apropian del territorio representado. ¡Y de pronto, la profe Majo planteó la producción grupal de una maqueta de la escuela! Una experiencia intensa y profundamente rica a nivel institucional, con la inconfundible marca del Cebas N°1.
Por los pasillos se escuchaban frases de resistencia, construir una maqueta no parecía tarea fácil. Pero Majo se mantuvo firme y puso un plazo. Algunos fueron haciendo la tarea a lo largo de los quince días. Otros comenzaron la noche anterior y llegaron a la escuela al día siguiente, sin dormir; pero todos lograron sorprendernos, alegrarnos, emocionarnos: allí estaba la escuela, el jardín, el mástil… ¡Cada detalle de esos lugares queridos que nos alojan cada día! ¡Cuánta creatividad!
¿Cómo habían logrado hacer esos trabajos de diseño arquitectónico a partir de una consigna? Midieron con pasos, tomaron fotografías, dibujaron planos… Mientras algunos cebaban mate, otros recortaban cartón, telgopor, daban forma a la esponja vegetal, a los hilos de cobre. Fueron momentos vividos con toda la potencia del trabajo colectivo.
Las maquetas hablan de las subjetividades…. Se inspiraron en la alegría que circula por la escuela para ponerle color, inventaron un confort que merecemos. Allí estaba la escuela un poco como es, un poco como ellos la ven, la viven, la sueñan. Portadora de una belleza que es, ante todo, un deseo que desafía a la realidad de paredes descascaradas.
En la puesta en común fueron apareciendo los sentidos que se han ido construyendo en relación a cada  ámbito: el rincón donde se reúnen a fumar el cigarrillo del recreo, el mástil de los actos, donde se revelan los secretos mejor guardados; los árboles que hablan de cada promoción de egresados, la escalera que invita a formar parte de la institución. La Dirección, donde, ellos dicen, “siempre hay alguien dispuesto a escuchar”; lugares donde circula el mate, la unión y la fraternidad, indispensables a la hora de resolver los inevitables desacuerdos que van surgiendo. Lo relevante, ante todo, fue que la maqueta generó interés por el tema a trabajar: el territorio. Y que al momento de tomar la foto grupal, todos se emocionaron soñando que ese compañerismo que se percibía en el aire podía permanecer, podía continuar producto de nuevas vivencias colectivas y de las otras.
Lo que le emocionó a Majo fue que la tarea había cobrado sentido, no siempre sucede eso en el aula. El grupo había logrado captar la identidad del Cebas, ver lo simbólico de la institución; reflexionar en torno a los procesos que se dan en el aula, en los pasillos…  Tener otra mirada, reconocer el espacio, afianzarse con el lugar, sentir nostalgia anticipada al pensar que esta experiencia Cebas tiene un término.
En ese clima de entusiasmo, la docente hizo un paréntesis para leer el texto en el que Eduardo Galeano reflexiona acerca de la “independencia”. Se aproximaba el 9 de julio.  Fue uno de los momentos más valorados, con una escucha pocas veces lograda, que se venía manteniendo desde el inicio de la clase.
Después de la lectura, todo el grupo recorrió las instalaciones del Cebas con un sentido renovado, y al llegar a la Biblioteca leyeron ¡por primera vez! el cartel que anuncia que allí habitan cientos de textos con bellas historias, con ideas generadoras de pensamiento, con material que habla de la vida, de mundos desconocidos. Habían descubierto un lugar que hasta ese momento era un lugar nombrado pero no era un lugar recorrido, ni siquiera un lugar imaginado.  Entre otras cosas, la maqueta los guió a recorrer estanterías plagadas de libros. ¡Ahora saben dónde encontrar a Galeano!
















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