El pasado sábado 11 de diembre con mucha emoción y alegría, los egresados recibieron sus diplomas en el acto que la escuela realizó en la sede de la Dirección de Técnicos para la Salud. A continuación algunas imágenes de ese hermoso momento.
Cuando ingresé al CEBAS no pensé que pudiera ser algo emocionante. Pero me equivoqué, porque me encontré con personas que no conocía y con profesores que tenían una forma de enseñar distinta a la que estaba acostumbrada. Pocos días después de empezar el colegio me fueron dando más y más ganas de seguir. El estudio no me hacía sentir frustración, ni mucho menos. A pesar de que tuve que empezar de cero, era más fácil estudiar.
Estos profesores me ayudaron a entender lo que nunca entendí. Y al brindarme su compañerismo y su amistad, aprendí a ser mejor persona. Así como compartir un cumpleaños de la manera más linda, puede servirnos, porque uno siempre tiene prejuicios. Pero acá, todo eso cambio.
Me aferré muchísimo a este establecimiento y el solo pensar que no vendré más como alumna, me pone muy triste. Pero a la vez, me siento contenta porque pude terminar algo que siempre me angustiaba y me ponía trabas en el camino. Aunque sé que lo que viví en el CEBAS lo llevaré en mi corazón por siempre, jamás me olvidaré de estos profesores que me ayudaron a ser mejor persona en la vida. Estarán en cada momento, acompañándome para siempre.
Sabrina Poje. 3ºB
Empiezan los días de calor de noviembre. Voy caminando apurada por avenida 7 hacia mi nuevo lugar de estudio. Voy sin mirar a los transeúntes que se desparraman cual hormigas por la vereda. De pronto me choco con una persona, al mirarla, mientras junto los papeles del suelo, veo con agrado que es una antigua compañera de la escuela primaria. Nos reconocimos y al instante nos pusimos a conversar. Hablamos de nuestros hijos, del trabajo y le comenté que al fin había logrado completar el secundario. Entonces, Anahí me contó con timidez, que por circunstancias de la vida, ella no había podido.
Qué placer sentí cuando me comentó que tenía ganas de retomar sus estudios, aunque no se animaba. Temía que las exigencias fueran demasiadas para alguien que hacía más de veinte años que había dejado la escuela. De inmediato comencé a desplegar mi artillería de palabras, anécdotas y recuerdos respecto al lugar mágico al que sin saber bien cómo, ni por qué, llegué en marzo de 2008, el CEBAS.
Avasallante como suelo ser, le dije:
“Anahí, vos tenés que ir al CEBAS, es el lugar ideal para adultos con ganas de seguir creciendo. Recuerdo que el primer día de clases los compañeros de segundo y tercero nos dieron la bienvenida igual que a un bebé recién nacido. Nos halagaron y nos contaron lo hermoso que era el aprendizaje en este lugar. A medida que el tiempo pasó pude confirmar que era así.
La convivencia con los compañeros fue difícil al principio, pero en el camino recorrido se logró una unión verdadera y un cariño sincero. Los docentes, en general y cada uno en particular, son maestros, con todo lo que eso implica.
El CEBAS es maravilloso. Con sus locros, sus peñas, la plantada del árbol, las caminatas por el barrio, los mates, las risas, los llantos, los enojos y las alegrías, nos brinda una manera hermosa de crecer. Además, todo esto fue algo que pude compartir con mi familia desde el comienzo.
El CEBAS es nuestro, es de todos y cada uno de los que pasamos por él”.
Alejandra De los Santos. 3 º C
Querida Hermana:
Tengo un título increíble. Vos también podés tenerlo, dale, animate, vení al CEBAS. Cuando una anda de rama caída, te la pegan. Es decir, cuando yo estaba caída y todo era negativo, el CEBAS me dio la oportunidad de vivir, de crecer y de ser mejor. Sabés, no me llevo conmigo el recuerdo de las notas de las materias, me llevo una experiencia increíble. Porque más allá de mis errores, ahora sé valerme y pude enfrentarme a situaciones a las que antes pensaba que nunca podría.
Dale, anotate, es algo positivo para tu vida. No es difícil. Los profesores son buenísimos. Abrí las puertas de tu corazón y dejá que el CEBAS entre en vos.
Espero tu respuesta. Te aseguro que muchos se asombraron cuando terminé. Pero aquí estoy, tratando de ver qué seguir estudiando. Es lo que el CEBAS me dejó. Desearía que también puedas lograrlo.
Hasta pronto. Tú hermana.
Patricia Pacheco. 3º B
Han pasado algunos días desde aquel momento tan esperado: terminé el secundario. Era algo que había dejado pendiente, allá por el año 76, cuando nuestro país estaba pasando un duro momento: la dictadura militar. Aquellos momentos, vividos con tanto miedo, hicieron que dejara el secundario a los 16 años, quizás fue cobardía, no sé. Pero como digo siempre, no hay casualidades, y por eso llegué al CEBAS. Empecé a estudiar nuevamente a los 47 años, con expectativas e incertidumbres que me hacían pensar ¿podré? ¿tendré la capacidad de hacerlo?
El primer día me encontré con algo que me llamó mucho la atención: nos recibieron con una gran bienvenida. Los alumnos de los años anteriores nos contaban emocionados sus vivencias en el cole. Yo no podía entender cómo se podía hablar así de un colegio. La respuesta llegó de inmediato, en cuanto empecé a transitar este camino. El CEBAS es parte de mi familia, en él encontré cariño, compañerismo, amistad, respeto y sobre todo una gran calidad humana.
Hoy, que apenas han pasado unos días desde que terminé, ya extraño a mis compañeros, los nervios que tenía cuando los profesores decían la palabra examen. Voy a extrañar los actos escolares. Recuerdo el momento en que cantábamos el himno y se me pone la piel de gallina. Hoy les diría a todos los que no pudieron terminar el secundario que lo hagan, que no lo duden, la experiencia adquirida a nuestra edad se enriquece más todavía, sobre todo al llegar a un lugar tan especial como el CEBAS.
Mi lugar en el mundo.
Teresa More. 3 º A.
A cualquier persona que piense que se le pasó la fecha de vencimiento para estudiar, le diría que la entiendo.
Cuando entré al CEBAS sentí que estaba en una de esas películas en las que el protagonista tiene la sensación de estar completamente fuera de lugar, desubicado. Me reconfortó saber que no era la única que se sentía de ese modo, sino que todos reflejaban lo mismo en sus caras y que además, había personas esperando con ansias para mostrarnos el lugar y su gente.
Yo pensaba que ya estaba grande para empezar de cero el secundario y más aún para finalizarlo a los 23 años. Seguro que nadie cuando era chico se imaginó que terminaría a esa edad, pensaba. Pero cuando volví a mirar, y descubrí que era la más chica entre todos los que esperábamos aterrados para empezar, si bien en el momento crecieron mis dudas, después, el tiempo me ayudó a pensar, y entendí que cada persona tiene sus tiempos, sea por lo que sea.
El destino tiene sus propios caminos y razones.
No hay edad para estudiar. No hay edad para empezar ni para terminar. Lo importante es llevarse momentos, personas y enseñanzas de cada lugar.
Celeste Reynoso. 3 º A
A los Profes y Demás:
A Dios doy gracias por ser mis profesores,
por sus reproches y consejos,
y porque siempre me cuidaron.
Por ser profesores bondadosos,
llenos de paz y sabiduría,
porque aman la verdad,
la justicia y la rectitud en demasía.
Por ser mis profesores amados,
y enseñarme la caridad,
sentimientos nobles los cubren,
no conocen la maldad,
caballeros nobles y parcos,
me enseñaron a luchar,
aspirando siempre a lo más alto,
y a mis sueños no renunciar.
Por aborrecer todo lo malo,
por sus celestiales bondades,
por guiarme de la mano,
por senderos llenos de valores,
por sus palabras de aliento,
en mis momentos más tristes.
Por sus silencios más elocuentes,
por sus miradas sabias y profundas,
por sus expresiones tan serenas,
por su paciencia y tesón,
torbellinos de cosas buenas,
por ser hombres sabios,
aferrados a sus convicciones.
Por mantener en alto sus ideales,
sin perder la calma, ni la razón.
Por instruirme en la vida
y enseñarme a no rendirme,
por preocuparse por mis problemas,
y recompensarme sin pedir,
por enseñarme noblezas,
amor, rectitud, compasión,
justicia, desinterés, trabajo,
caridad, amistad, verdad y perdón.
Por todos sus desvelos,
por su amor paternal.
Hombres como ustedes hay muy pocos,
son unos profesores ideales,
por cumplir con sus deberes,
porque nunca me fallaron,
porque con ustedes pude contar,
hoy y siempre,
mi gratitud les entrego,
porque siempre están ahí,
tendiéndome su calidad, su mano.
Por ser modelos en mi vida,
por siempre creer en ustedes.
Por todo esto, profesores y directivos:
los aprecio y a Dios de nuevo agradezco,
porque en mi vida entraron,
les agradezco lo que hoy lograron,
con mi vida y mi capacidad intelectual.
Les deseo de todo corazón,
que jamás se olviden de nosotros.
Por permitirnos en sus vidas estar,
que esta no sea una despedida,
sino un breve adiós,
les agradecemos todos por eso,
y por un amigo encontrar,
en esta casa tan grande,
que CEBAS debo llamar.
De corazón les decimos,
que jamás los vamos a olvidar,
porque en nuestras vidas bien supieron entrar,
lograron algo muy bueno,
que le decimos,
amistad,
entre profesores y alumnos,
que se supieron escuchar,
no queremos olvidarnos,
pero agradecidos estamos,
por habernos acogido y sabernos como hermanos.
Por eso CEBAS, te digo,
gracias por habernos engrandecido.
Esto está dedicado a los directivos,
profesores, compañeros de otros años,
las chicas de la biblioteca,
y nuestros preceptores.
De parte de 3 º C, turno tarde.
Año 2010.
Celia Liliana Chavero. 3ºC
Comentarios
Gracias!
me gustaria terminar el secundario.. cuando es la fecha de incripcion para 2011? tengo 25 años, y me falta el ultimo año... No encontre ningun telefono.
Muchas Gracias!